El acoso escolar, también conocido como bullying, es la exposición que sufren los niños y adolescentes durante su etapa en el colegio o en el instituto a un reiterado abuso verbal y físico por parte de otro menor, o de un grupo de estos.
En la mayoría de las ocasiones en las que se produce este suceso, el acosador o acosadores aprovechan un desequilibrio emocional y de poder que existe entre él y la víctima para de esta forma, poder conseguir un beneficio (material, en ocasiones), mientras que el niño que lo sufre se siente indefenso, desprotegido y con miedo a las posibles represalias por no actuar como su acosador quiere que haga.
Esta situación provoca en las víctimas una serie de trastornos psicológicos que afectan directamente a su salud, tanto física como psíquica y que llevará al niño a conductas autodestructivas si no se le pone solución.
En la mayoría de las ocasiones en las que una persona empieza a ser acosado en el colegio, no se lo cuenta a nadie. El cerebro de los niños procesa que ellos están haciendo algo mal y por eso están recibiendo un castigo. Además, el acosador amenaza con meterse de forma más continua con la víctima si esta cuenta lo que está sucediendo. Esto hace que el niño tenga miedo y por temor a futuras represalias, prefiere no contar lo que está viviendo.
Es importante destacar que, cuando se produce este abuso escolar, no se produce generalmente delante de los profesores o de personas que podrían intervenir para poner solución al problema. Más bien, los acosadores suelen aprovechar momentos como el recreo, la salida de clase, hacer fila en el pasillo, etc. Para acosar a la víctima de manera verbal y/o física.
Por este motivo, los profesores deben estar alerta a los posibles cambios de conducta en los niños o ante la más mínima evidencia que parezca indicar que un alumno está sufriendo en silencio. Es de gran ayuda para el menor que se encuentra en esta situación ofrecerle ayuda cuanto antes, la posibilidad de hablar y expresarse y, especialmente, de demostrarle que no está pasando por esto solo.
En ocasiones también se produce el hecho de que un niño no diga nada por miedo a que no le tomen en serio o por creer que nadie podrá ayudarle. Por eso, concienciar desde el inicio en colegios e institutos, dar charlas explicativas que abran un camino a la tolerancia, al respeto y, sobre todo, a saber que si un niño está siendo acosado por otro u otros, puede pedir ayuda.
¿Cómo saber si mi hijo está sufriendo bullying?
A veces, cuando un niño no pide ayuda ni en el colegio ni en casa, es difícil deducir si está pasando o no por un momento complicado. Lo mejor es, desde el principio, establecer un vínculo de confianza con nuestro hijo. Si partimos de una base de respeto, empatía y confianza en casa el niño se sentirá con más fuerzas para hablar de lo que le está sucediendo en el colegio.
Si, por el contrario, tememos que nuestro hijo esté pasando por una situación de acoso, hay algunos síntomas que nos pueden indicar que las cosas no están yendo como deberían fuera de casa:
- El niño o adolescente no quiere ir al colegio/instituto. Pone muchos impedimentos para ir a clase por la mañana e intenta siempre de alguna forma conseguir quedarse en casa.
- Presenta dificultades para dormir, sufre insomnio o se despierta con pesadillas en mitad de la noche.
- Al volver de la escuela está apático, tiene falta de apetito y nunca quiere hablar de cómo le ha ido el día.
- Evita situaciones sociales, especialmente en las que pueda estar con otros niños que no conozca: no quiere asistir a cumpleaños, fiestas, ir al parque a jugar…Prefiere estar solo en casa.
- De manera constante, se mantiene en un estado de alerta. Se alarma con ruidos y se asusta con facilidad.
- Ante cualquier tipo de conflicto en el hogar presenta estrategias de huida y evitación, se pone a llorar o se esconde en un lugar seguro para él.
- Habitualmente está cansado, con dolor de cabeza, presenta cuadros de ansiedad y llora por cualquier situación.
- Síntomas físicos como temblores, palpitaciones, sudoración, ataques de pánico…
Si en algún momento detectamos alguno de estos síntomas en nuestro hijo o cualquier otra actitud que parezca indicar que algo no va bien, deberemos hablar con él de forma tranquila, entendiéndole y apoyándole. No debemos enfadarnos, alternarnos o ponernos nerviosos, ya que el niño puede percibir que no ha sido buena idea contar su problema.
Lo importante es fomentar la comunicación con nuestros hijos para poder entendernos con ellos de la mejor manera posible. A través de la comunicación podemos transmitirles nuestro apoyo: que sienta que estamos ahí y que entendemos por lo que está pasando. Sin embargo, no es recomendable que nos alarmemos en exceso ya que el niño se podrá sentir invadido y con miedo por nuestra reacción. Encontrar el equilibrio nos ayudará a ser coherentes con la situación y a tomar las medidas correctas.
Si dudamos y nuestro hijo no habla del tema, lo más recomendable es que acudamos a su centro de estudio y pongamos sobre aviso a los profesores, para advertirles de que tengan una especial atención sobre nuestro hijo.
Desde Psicología Conde Orgaz estamos aquí para ayudar a tu hijo a superar esta situación y encontrar la salida. Si quieres más información sobre cómo es nuestra terapia o cualquier duda que tengas, no dudes en ponerte en contacto con nosotros. Estaremos encantados de ayudarte.