Todos tenemos algún miedo que no queremos contar, pero las fobias van más allá: es el temor irracional a hacia una cosa, persona o situación. Mucha gente no tolera la sangre, le resulta desagradable o incómoda y acudir al médico a vacunarse o a hacerse una analítica supone pasar un mal rato. Por el contrario, hay personas que no solo no soportan ver la sangre, sino que son incapaces de sobrellevar ese temor y todo lo que conlleva. Esto se conoce como Hematofobia.
Qué es la hematofobia
La hematofobia o hemofobia es un tipo de fobia que se manifiesta cuando una persona está expuesta a una situación relacionada con la sangre, es decir, es el miedo irracional a la sangre. A mucha gente le desagrada verla, pero eso no significa que padezcan hematofobia. Las personas con esta fobia tienen terror a encontrarse en situaciones donde puedan ver sangre, se puedan producir heridas, etc. Es más, también sufrirán al imaginarse la producción de sangre, un pinchazo, al ver una costra… Las imágenes abstractas también les producen malestar hasta el punto de no poder desarrollar su vida con normalidad.
Además de esta incomodidad, la hematofobia también genera ansiedad, desmayos y en los casos más graves, pérdidas de conocimiento.
Esta es una de las fobias más generalizadas en todo el mundo y produce un obstáculo en la salud de las personas que lo padecen, ya que genera un comportamiento evitativo respecto a realizarse exámenes médicos, analíticas y cualquier tipo de prueba que esté relacionada con la sangre.
Además, la hematofobia impide realizar trabajos relacionados con la medicina o, en el caso de las mujeres, lleva a replantearse si ser madre, ya que estar en estado requiere realizarse numerosas pruebas y, además, el parto es una situación muy temida por las mujeres con hematofobia.
Síntomas
Este miedo se experimenta de una forma muy particular. En un primer momento, provoca una crisis en la que el paciente nota un aumento de su ritmo cardiaco, su respiración se acelera y la presión sanguínea disminuye.
Estos síntomas se desarrollan y la persona afectada pasa a sentir mareos, palidez y náuseas. Esta segunda fase puede desembocar en un desmayo, debido a la baja presión de la sangre.
Esta fobia, como muchas otras puede curarse acudiendo a un profesional que nos recomiende la terapia más adecuada para nuestra fobia. Si bien es cierto que todas las fobias tienen síntomas comunes, cada una de ellas se puede manifestar de forma diferente en cada persona. Por ello, más allá de estar informados de lo que nos sucede y ser conscientes de ello, debemos acudir a un especialista que nos ayude a afrontar dicho temor.